Valladolid está envuelta de arte, cultura y de ilustres figuras de la literatura como es nuestro querido José Zorrilla.
Para hacer más ameno el tiempo hoy queremos deleitaros con uno de sus escritos que tiene nuestra ciudad como protagonista: Leyenda de Campo Grande.
¿Conocéis esta leyenda?
Comenzamos…
JOSÉ ZORRILLA: UN ESCRITOR DE LEYENDA
El poeta y dramaturgo español José Zorrilla nació en la capital vallisoletana en 1817.
Concretamente en una casa situada en la antigua calle Ceniza (actualmente calle Fray Luis de Granada), de hecho se ha convertido en una Casa-Museo del autor.
Entre 1837 y 1850 José Zorrilla escribió la gran mayoría de sus grandes obras.
Entre ellas, El zapatero y el rey el primer volumen de Cantos del trovador; El caballo del rey don Sancho o Don Juan Tenorio, probablemente el más afamado de sus escritos.
La Leyenda de Campo Grande se encuentra recogida en “Justicia de Dios”.
Y tiene como protagonista al pulmón y orgullo de Valladolid.
LA LEYENDA DE CAMPO GRANDE
Cuenta la leyenda que en Campo Grande dos hombres, enamorados de la misma mujer: Ana Bustos de Mendoza, se retaron a duelo en el que uno de ellos, Tello Arcos , asesinó al otro Juan de Vargas, urdiendo una triquiñuela.
Años después, un monje capuchino observó desde su ventana de la Acera de Recoletos el asesinato de un joven a manos de un ladrón.
Fue testigo de cómo un hombre que por allí pasaba intentó auxiliar al mal herido sin éxito.
Este hombre era Tello Arcos, quien fue apresado y acusado injustamente de asesinato. Sin embargo, el fraile nunca testificó y la culpa le recorría en forma de frase que repetía una y otra vez “No hay Dios donde no hay justicia”.
Un día paseando por la orilla del Pisuerga, absorto en sus pensamientos divisó una tenebrosa barca que se acercaba con los cuerpos muertos de dos jóvenes…
Eran Tello Arcos y Juan de Vargas; el primero se levantó y le dijo:
“En duelo injusto los dos, a traición le asesine: no preguntéis el porqué de la justicia de Dios.”
Esperamos que hayáis disfrutado de este pequeño relato de nuestro ilustre Zorrilla.
¡Hasta pronto!